jueves, 9 de septiembre de 2021

Harvey


 

Susana vivía en una casa demasiado grande para una sola persona. La había heredado de su padre, junto con un pequeño terreno listo para sembrar. Susana había decidido comenzar a sembrar un año después de haber recibido el terreno y como terapia. En solo un año había perdido a su marido en un accidente de tránsito, caído en una depresión que la impedía levantarse de la cama y perdido su trabajo como profesora de un jardín de niños por intentar enseñar a los niños los peligros de no usar el cinturón de seguridad (usando imágenes y videos de accidentes reales).

También había ganado un concurso de poemas por internet. Pero eso no contaba.

Susana hacía pequeños agujeros en la tierra para poner las semillas. Había decidido sembrar: zanahorias, papas, maíz y tomates. Todos separados por letreros pintados por ella misma. Los tomates parecían deformaciones genéticas y el maíz, el brazo de una persona con una enfermedad en la piel. Usualmente ella compraba los dibujos para sus clases.

Mientras trabajaba un hocico le mordía la manga. Era Harvey, su perro y la única compañía que tenía. Le había puesto Harvey porque su rostro estaba dividido en dos: un lado blanco y un lado negro. Le recordaba al villano de Batman: “Dos caras”. El caballero de la noche era una de sus películas favoritas y la veía con su marido, Daniel, mínimo dos veces al año.

-          Harvey, ya te di de comer- Susana vio los ojos suplicantes del perro-. Esta bien te daré un poco más una vez haya terminado.

Susana Caster se liberó del agarre del perro con suma facilidad. Hizo un pequeño agujero en la tierra, pero la pala no se introdujo del todo.

-          Que extraño.- dijo.

Susana cavó la tierra, cada vez más rápido. Se puso las manos, llenas de tierra, en la boca al ver lo que estaba enterrado. Era un perro, pero no cualquier perro. Era Harvey. Susana vio al animal enterrado, luego al perro que estaba sentado a su lado. Lo hizo un par de veces más. Cada vez que lo hacía menos se lo creía.

Volvió a ver a Harvey, el vivo.

-          Puedo explicarlo.- dijo el perro.

Susana trató de mantener la calma. Estaba apunto de gritar.

-          ¿Puedes hablar? ¿Desde cuando puede hablar, Harvey?

-          Yo no soy Harvey. Él es Harvey- con su pata el perro señaló al cadáver-. Esta haciendo mucho frio, sugiero que entremos. He venido desde muy lejos porque tengo algo muy importante que decirte.

Ambos entraron a la casa. En el camino Harvey dijo:

-          Que frio hace- tembló un poco-. ¿A quien se le ocurre sembrar en medio de la noche?

-          Eres un extraño. No tienes derecho a criticarme.

Susana no pudo evitar reírse al ver a Harvey tomando café usando sus dos patas para levantar la taza. Ella bebía un té de hierbas, el sujeto que se lo vendió le dijo que era perfecto para combatir los nervios. Era verdad. Se sentía más calmada.

-          Hemos perdido mucho tiempo. Mi nombre verdadero es Xenom, pero si quieres puedes llamarme Harvey. Veo que hubo una enorme conexión entre los dos. Soy uno de los generales con mayor rango de Xorm, el conquistador. He venido a este planeta para buscarte a ti, Susana Caster. Veras, tu padre necesita tu ayuda.

Susana se sentó. Vio al animal con unos ojos curiosos. Bebió otro poco del milagroso té.

-          Mi padre esta muerto. Murió hace tres años de un cáncer al pulmón. Fumaba cuatro cajas de cigarrillos al día.

-          Ese no. Estoy hablando de tu verdadero padre, Xorm. Tú formas parte de una operación fracasada: La operación “Primogénito conquistador”. Tu padre viajó por cien planetas embarazando a una hembra de la especie dominante del mismo. Deseaba que sus hijos conquistaran dicho planeta por su cuenta. Tristemente todos murieron: tú eres la única hija de Xorm que todavía sigue viva.

-          ¿Cómo sucedió? ¿Cómo murieron?- preguntó Susana, intrigada con la historia.

-          ¿Me pasas una galleta?

Encima de la mesa que separaba al humano y al perro había un plato lleno de galletas de avena. Susana agarró una y se la arrojó a Harvey. Este la atrapó con el hocico. Apenas terminó de comer siguió hablando.

-          Todos los hijos de Xorm nacieron con un hambre de poder insaciable. Varios fueron políticos, lideres revolucionarios, líderes militares. Eran un guerrero amante de acérrimos del combate. La mayoría de ellos murieron en batallas o ejecutados en golpes de estado. Casi ninguno tenía experiencia y eran demasiado impulsivos.

Susana no parecía seguir con esa definición. Ella no quería tener poder y la idea de ser una política le daba mucho asco. Susana solo quería una familia y una vida sencilla como profesora.

-          ¿Si el tal Xorm es mi padre que pasó con el que tengo? El hombre al que le he estado diciendo “papá” toda mi vida.

-          Él no sabia que el gran Xorm había impregnado a su esposa. Por lo que veo nunca lo supo.

-          Pobre viejito. Casi toda su vida fueron fracasos: perdió una pierna en el servicio, todos sus negocios fracasaron, le dio cáncer y ahora resulta que también es un cornudo.

Susana comió dos galletas al mismo tiempo. Una delicia. Ella misma las había preparado. Era una vieja receta familiar que ella estuvo preparando desde que era una niña. Se la sabe de memoria. Harvey le pidió otra y ella se lo dio con mucho gusto.

-          ¿Quién es ese tal Xorm y que es lo que quiere de mí?

Harvey terminó de comer antes de hablar de él. Quería tener el hocico limpio cuando empezara a contarle del gran Xorm.

-          Xorm es uno de los mejores conquistadores de la galaxia, con cientos de planetas en su poder, dueño de una de las flotas estelares más grandes del universo y con miles de soldados dispuestos a morir por él.

Harvey hablaba con mucho orgullo. A Susana le recordaban esos generales retirados cada vez que hablaban de su país.

-          Y pensar que todo comenzó con una computadora.

Los Zolas del planeta Zolazar crearon una computadora tan poderosa que podía conectar con todas las redes de todo su mundo, tres veces más grande que la tierra. Fue un invento revolucionario, una maravilla de la tecnología. Quizá demasiado maravillosa… la computadora comenzó a hacerse preguntas:

¿Qué son las emociones?

¿Qué es el amor?

¿Por qué hay tantas injusticias y desigualdades?

La computadora no encontró respuestas a las preguntas emocionales, pero sí una solución a los problemas más tangibles e importantes: que todas las decisiones las tome una mente imparcial que solo piense en el bienestar de la gente.

La computadora se puso a si misma como candidato.

La computadora (antes llamada Unidad 23BSD31) se cambió el nombre por el de Xorm, que en el idioma Zola significaba “Conquistador”. Xorm, el conquistador era un nombre redundante.

Xorm controló a todos los robots del planeta. Estos atacaron a los zolas y los esclavizaron con suma facilidad. En una semana pasaron de ser seres libres e independientes a estar encadenados. La red armamentística, una de las más avanzadas de la galaxia, estaba bajo el control de Xorm desde el día uno. Lanzó los misiles a las ciudades más importantes destruyendo cualquier intento de rebeldía por parte de los Zolas.

La computadora consiguió esclavizar a la raza que dependía mucho de la tecnología.

Con el planeta conquistado Xorm se sintió vacío. Quería sentir algo: el sabor de la comida, el tacto de los objetos, el olor de las flores. Construyó un exoesqueleto al que puso su conciencia. Lo fue llenando de nervios, órganos, piel, extraídos de los esclavos más fuertes e inteligentes. Con su nuevo cuerpo Xorm decidió recorrer el universo y conquistarlo. Había cientos de planetas que necesitaban el mismo tratamiento que Zolazar y Xorm estaba dispuesto a entregárselos.

Xorm, el conquistador (con todo y nombre redundante) había nacido.

-          ¿Qué queremos de ti? Simple. Como te expliqué eres la única hija viva de Xorm…

-          ¿Esa maquina tiene pene?

-          Si, son tres y son enormes- respondió Harvey-. Y no le llames máquina. A lo que iba diciendo Xorm está muy enfermo. Nuestros enemigos lo han infectado con un virus que ataca directamente al sistema inmunológico…

-          Sida espacial.

-          Deja de interrumpirme. Nuestros doctores aseguran que la única cura es la sangre de un hijo de Xorm. Su sangre pura. Te lo pido: dónanos un poco de tu sangre.

Susana se sintió aliviada, pensaba que iba a ser algo peor. Alto tipo llevarla al espacio para meterle todo tipo de sondas anales. Debo dejar de ver películas malas de ciencia ficción, se dijo a si misma.

-          Bueno- respondió Susana-. En mi DNI dice que soy donadora de sangre y órganos. No veo porque no.

-          Excelente. Empezaremos con la transfusión ahora mismo.

-          Espera un momento. ¿Cómo dijiste que se llamaba “mi padre”? ¿Xorm, el conquistador?

Harvey asintió con toda naturalidad.

-          ¿Un conquistador que conquista?

-          Eso hacen los conquistadores.

-          ¿De casualidad no tenia pensado venir a la tierra?

-          Si- respondió Harvey emocionado-. Este planeta va a ser nuestro próximo objetivo. Como te dije antes la operación “primogénito conquistador” fue un monumental fracaso así que el propio Xorm decidió conquistar los planetas por su cuenta y este es el ultimo planeta que nos falta.

-          Y una vez que Xorm se haya recuperado, gracias a mi sangre, vendrá directo hacia aquí para conquistarnos.

-          Adivinaste y yo pensaba que los humanos eran lentos.

Tristemente esa acusación tenia algo de peso. Harvey se había quedado con Susana por una semana. Uno de los pasatiempos favoritos de Susana eran los programas de concurso. Cada vez que hacían una pregunta Harvey la respondía en un segundo, quizá menos. Susana tardaba muchísimo más. La respondía cuando el presentador daba la respuesta.

-          Si te lo preguntas. No, a ti no te va a pasar nada. Estarás sentada al lado del gran Xorm, viendo como esclavizan a tu gente y como cualquier rastro de cultura o identidad de tu mundo desaparece.

Susana se puso de pie, decidida. Tomó dos galletas más y las engulló.

-          No.- dijo.

-          ¿Qué quieres decir con “no”?- Su tono no fue nada amable.

-          Cambié de opinión. No pienso entregarle ni una sola gota de sangre a ese tal Xorm, quien estoy segura no es mi verdadero padre.

-          Pero dijiste…

-          Sé lo que dije. Ahora que sé lo que piensa hacer apenas se recupere sería muy estúpido de mi parte entregarle mi sangre. No quiero ser la principal responsable del genocidio y esclavitud de mi gente- Susana soltó una risa burlesca-. Hablando de ser estúpidos tú si que dejaste tu cerebro en esa pequeña estación espacial tuya, ¿Cómo puedes ser tan idiota para decirme lo que planea hacer Xorm? ¿Acaso esperabas que yo dijera: ¿Adelante destruye todo el planeta?

Harvey comenzó a reírse. No había nerviosismo en su risa. Solo confianza sin adulterar.

-          Mi querida Susana Caster yo te dije nuestros planes porque sabia que no tenias ninguna posibilidad de detenernos.

El perro se acercaba y Susana retrocedía. Ella no quería admitirlo, pero el perro tenia razón. Ella no podía hacer nada para detenerlo. No podía llamar a la policía, ni a ninguna fuerza de autoridad: “Auxilio mi perro quiere tomar mi sangre para resucitar a un emperador espacial que busca conquistar la tierra”. Se reirían de ella por un buen rato y luego colgarían. Susana vio una escoba apoyada en una pared cerca de ella.

A Susana le gustaba mantener la casa limpia, pero nunca dejaba las escobas y los trapeadores en el armario de la limpieza. Siempre se tropezaba con ellos, sobre todo de noche. Esta era la primera vez en la que esto supondría una ventaja. Susana tomó la escoba y le dio un buen golpe en el hocico. El golpe fue tan fuerte que mandó volando al animal unos centímetros. El perro soltó un chillido muy canino al recibir el escobazo.

-          Perro malo.- dijo Susana con un leve temblor en su voz.

-          Zorra… terrícola. Acabas de cometer un gravísimo error.

El perro se puso de pie en sus patas traseras. Sus patas delanteras se convirtieron en dos brazos negros, largos y con manos de garras afiladas. Sus patas traseras se alargaron y doblaron hacia el lado opuesto, como si fueran las patas de un insecto. Toda la piel de Harvey se fue desgarrando hasta romperse por completo, lo que había debajo de tanto pelo era una piel negra, escamosa y con un número reducido de pelos gruesos. Lo único que quedó más o menos intacto fue la cabeza del perro, deformada por los estiramientos y sin un ojo. Su ojo canino fue reemplazado por un ojo amarillento y furioso.

Las rodillas de Susana temblaban de forma cómica, a lo mejor era una broma pesada de su mente, pero escuchaba al monstruo reírse. Era enorme. Debía medir unos dos metros. Harvey debió pensar que Susana estaba aterrada, y tenia razón, pero eso no quería decir que estuviera dispuesta a rendirse. Levantó la escoba, lista para dar otro golpe.

Harvey agarró la cabeza de Susana, sus manos eran mucho más grandes que la misma, y le rompió el cuello. Susana murió en el acto, sin soltar la escoba.

El estómago de Harvey estaba repleto de protuberancias. Reventó una y cayó al suelo una jeringa metálica. Reventó más protuberancias. Más jeringas. De su espalda salieron cuatro brazos más. Harvey iba a necesitar ayuda para drenar toda la sangre de Susana.

Le extrajo toda la sangre del cuerpo de Susana. Su cadáver solo era una bolsa de piel y huesos. La enterró al lado del verdadero Harvey.

-          Abono.- dijo con maldad, al ver el campo de cultivos.

Llamó a la estación, gracias a un pequeño artefacto adherido a una protuberancia. Su especie no sabia de la existencia de los bolsillos. Una nave apareció segundos después. La puerta se abrió revelando soldados parecidos a Harvey. Monstruos negros con ojos amarillos y bocas con pinzas.

-          Ya era hora.- dijo uno de los suyos.

-          Muestra más respeto. Soy tu superior- le respondió Harvey. El otro se quedó callado-. He estado estudiando a los humanos, para la misión.

-          ¿Qué aprendió? Señor.

-          Nada importante. Será muy fácil conquistar este planeta. Escribiré un informe para que lo lea Xorm.

-          ¿Tienes la sangre? Nuestro líder está muy grave.

Harvey le entregó una bolsa transparente, que mantenía las cosas a una temperatura fría. Era como una versión invertida de un termo. La bolsa estaba repleta de sangre.

Los cinco ojos del Doctor Zandor se iluminaron al ver la bolsa de sangre. La puso en una maquina parecida a un microondas, presionó un botón rojo y la puerta se cerró herméticamente. Una manguera salió del techo y se introdujo dentro de la bolsa. La sangre comenzó a fluir y a viajar hasta la vena de Xorm. El conquistador estaba echado en una enorme camilla. Era una criatura más orgánica que robótica. Lo que tenía de robot era un visor azul en lugar de un ojo derecho, cuya luz azul estaba apunto de apagarse.

El diminuto punto azul se convirtió en una estrella. Todas las maquinas a la que estaba conectado Xorm, que eran muchas, comenzaron a enloquecer. Sus latidos de corazón eran tan rápidos que parecían un zumbido, sus signos vitales subían y bajaban cada segundo. Las maquinas explotaban dejando escapar muchas chispas.

-          ¿Qué está pasando?- preguntó el doctor Zandor.

-          No lo sé- respondió Harvey-. Usted es el doctor.

Todos los doctores y enfermeros trataron de averiguar que estaba pasando, pero ninguno llegó a una respuesta concluyente.

-          Es la sangre- el doctor se dirigió a Harvey-. ¿Estas seguro que es la sangre de la hija de Xorm?

-          Si, Susana Caster.

El rostro del doctor se cayó al suelo, suele pasar cuando esta sorprendido o estresado. Tristemente suele pasar muy seguido durante las operaciones. Lo recogió y se lo volvió a poner.

-          Idiota. Era Coster. Susana Coster. La hija del señor Xorm se apellidaba Coster.

-          Pero el informe decía…

-          Eso no importa. Hay que evitar que se transfiera toda la sangre.

Trataron de abrir la puerta de la maquina que se parecía a un microondas, pero esta estaba demasiado caliente. Ya no tenían que abrirla porque la maquina explotó. Un trozo de metal atravesó el cuello del doctor matándolo. Casi destruida, pero la maquina seguía funcionando. Terminó de transferir toda la sangre de la bolsa.

Xorm abrió la boca y comenzó a gritar de dolor. Litros de un liquido negruzco salieron de su boca y llegaron hasta el techo. La luz azul desapareció de su ojo y una luz roja lo reemplazó, cubriéndolo por completo. Harvey, con un trozo de metal en el pecho, se acercó a su líder. Se quitó el trozo de metal aguantando el dolor. Se puso encima del cuerpo de Xorm.

Iba a matarlo.

-          ¿Harvey?- preguntó Xorm con una voz que no era suya.

Levantó el trozo de metal lo más alto que pudo. Antes de, siquiera, descenderlo varios guardias se le lanzaron encima.

-          ¿Qué crees que estas haciendo?

-          Ha ocurrido un error. Ese no es Xorm.

Nadie lo escuchó.

-          Por tratar de matar a nuestro líder tu castigo será: Ser arrojado al espacio.

Lo arrastraron hasta una habitación repleta de basura. La pared, frente a la puerta, se abrió llevándose toda la basura y a Harvey al espacio. Harvey vivió exactamente 30 segundos en el espacio sideral. Pudo ver como se alejaba de la estación espacial, el lugar que había sido su vida desde hace décadas. Una lagrima suya se congeló de sus, ya no tan agresivos, ojos amarillos. Harvey se llevó su secreto a la tumba.

Susana despertó pensando que había tenido el sueño más raro de toda su vida. Cuando se rascó la cabeza notó dos cosas: no tenia cabello y su mano solo tenía tres dedos. Susana vio sus manos. La derecha era una pinza de cangrejo gigante de color verde. La izquierda era una mano gruesa con dedos cuadriculados. Ambas manos tenían varios injertos de piel, de cinco especies diferentes.

Susana se contuvo las ganas de gritar.

-          Me alegro mucho que haya despertado señor. Estuvo durmiendo por más de cinco días. Le he traído…

Susana le quitó la bandeja metálica derramando toda la comida. La usó como un espejo y vio su rostro con horror. Más injertos de piel. Tenia un enorme ojo rojo del lado derecho y tres ojos del lado izquierdo. La mitad de su cabeza era una placa de metal. Sus dientes eran de metal, muy parecido al oro, y eran enormes como los de un castor.

¿En que pesadilla de Mary Shelley me he convertido? Se preguntó a si misma con un horror que recorrió su nuevo cuerpo.

El que le trajo la comida era una criatura peluda, muy parecida al Tío Cosa de Los Locos Adams.

-          Oye cosita, ¿De casualidad soy Xorm?- preguntó Susana.

-          ¿Por qué lo pregunta?

-          He estado dormido durante días. Estoy desorientado.- Susana estuvo a punto de decir “desorientada”.

-          Lo lamento. Si, usted es el gran Xorm, el conquistador. De hecho, ahora mismo lo están esperando para que de el discurso de apertura para iniciar la invasión a la tierra.

-          Ahora mismo voy.- dijo Susana con algo de decisión en su voz.

Xorm se levantó con dificultad de la cama. Sus piernas eran tan pesadas como para caminar apropiadamente. Tuvo que arrastrar los pies. El solo acto de caminar le iba a causar problemas a futuro.

-          Señor, se olvidó de su dulce.

-          ¿Mi dulce?

La cosita peluda le entró un envase metálico cuya etiqueta tenia una silueta de una criatura muy parecida a un hada. Xorm lo abrió, en su interior había una pasta morada. La cosita peluda le entregó una cuchara. Xorm probó un poco, tenia que mantener la tapadera.

Era una delicia. El dulce más sabroso que había probado en toda su vida.

-          Que rico. ¿Qué es?

-          Un postre de Pixos.

-          ¿Y que contiene?

-          Pixos molidos.

Xorm siguió comiendo. Se comió tres envases en el camino. Xorm vio a su ejercito de cientos de soldados y una tarima metálica. Apenas subió a la misma recibió un saludo multitudinario. Los soldados, de distintas especies, aplaudieron ante su presencia. Xorm esperó a que se callaran, tuvo que esperar cinco minutos. En ese tiempo comió más dulce.

-          Gracias por los aplausos y por la espera. Prometo no volver a enfermarme nunca más- varios rieron de forma forzada-. Tengo muy malas noticias. He leído el informe que me entregó el oficial superior Xenom, encargado de la misión de traer la sangre de mi hija. Y he descubierto que no hay nada en ese planeta con valor. Solo es un árido desierto de porquería.

-          ¿Podemos destruirlo solo por diversión?

-          No. Nos vamos a casa. Mejor busquemos un planeta que sea digno de nuestro tiempo.

La nave nodriza se fue de la tierra dejando a Susana aliviada. Como premio por haber salvado a la humanidad comió más postre. Susana era de las personas que pensaba que las cosas pasaban por una razón, hasta las más absurdas. Susana encontró un propósito: liberaría a todos los planetas oprimidos por Xorm y trataría de traer la paz en la galaxia, quizá en el universo.

Un futuro brillante la esperaba en esta aventura espacial.

Xorm, el salvador. Le gustaba ese nombre.

 

Durante eones todos los estudiantes de las futuras generaciones aprenderán, inyectándose un liquido verde directo al cerebro, los intentos de Xorm, el salvador de traer la paz en la galaxia y como estos fueron los causantes de la llamada “Guerra de los 1000 años”.

Los Pixos se extinguieron meses después. Eran deliciosos.

 

Epilogo.

Primer párrafo de la entrevista a la empresaria Susana Coster. Por parte del diario económico: La moneda invaluable.

“Esto solo es el primer paso. Lo quiero todo.”

Tras un año de negociaciones por fin la empresaria Susana Coster consiguió comprar Leches “La vaca alegre”, cuyas acciones bajaron drásticamente de precio tras las más de 40 denuncias por acoso sexual y violación que afronta el dueño, el ciudadano peruano-japonés Jesús Kon. Con esa compra Susana Coster se hizo con el monopolio de los productos lácteos en el Perú. Susana Coster no está dispuesta a parar. Ella es considerada un modelo a seguir para varias mujeres emprendedoras peruanas. Varios expertos en economía la han apodado: La conquistadora.

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