miércoles, 1 de septiembre de 2021

Arrastrando a Johnatan


 

Todo comenzó con un atropello. Era un auto rojo nuevo, con una abolladura gracias a mi, que se me vino encima. Recorrí toda su carrocería con mi cuerpo y caí de espaldas detrás del auto, a pocos centímetros del mismo.

Estabamos en una carretera vacía a las afuera de la ciudad. ¿Qué estaba haciendo ahí? Era un mochilero que no podía parar ningun auto. Hasta ahora.

El auto se detuvo, hice una examinación rápida de mi cuerpo. Me dolía todo, como si hubieran estallado cientos de bombas atomicas en miniatura dentro de mi. No pude pensar en que hacer porque el rugido del auto interrumpió mis pensamientos. El auto retrocedió, dirigiéndose directamente a mi. No tuve tiempo de moverme, solo junté mis brazos y mis piernas hasta parecer un soldado de plomo gigante. El auto se posó encima de mi.

Ninguna de las ruedas aplastó mis extremidades y mi visión se vio cubierta por una maquinaria que no conozco y un desagradable olor a aceite. Estuve así por un minuto sin moverme. Escuché el motor arrancar, mucho más fuerte desde aquí abajo.

El auto avanzó conmigo debajo de el.

Mi gruesa casaca se habia atorado con algo, no podía ver que. El auto rojo me estaba arrastrando, y lo peor de todo era que me estaba regresando a la ciudad. Mi espalda estaba ardiendo, a pesar del grosor de mi casaca. Mover los pies era una mala idea. Mis pantalones se rasgaban ante el movimiento de la pista. No importaba que tanto gritara la persona que manejaba no se detenia.

Voy a morir, esa fue mi conclusión.

Bastante ironico porque, justamente hoy, habia decidido “empezar a vivir”. Antes de entrar a la universidad decidí hacer este viaje y recorrer el país como un mochilero haciendo el menor gasto posible.

¿De donde habrá venido mi mala suerte? ¿De todos los gatos negros a los que tuve que sacrificar? Vengo de una familia de veterinarios que no son muy buenos que digamos. Dejaban que su hijo de diez año pusiera las inyecciones.

Mi casaca quedó hecha jirones por la friccion dejando mi espalda desnuda, que tocaba el pavimento en movimiento. Ya debe estar roja, con la columna casi expuesta. Un camino de sangre se va a formar en la carretera. Por suerte fue por poco tiempo, treinta minutos. El auto se estacionó y se detuvo. La persona bajó y rodeó el vehiculo.

Vio mis piernas y soltó un grito.

Conseguí liberarme. Habré estado viajando de polizon unas dos horas a lo mucho. Me arrastré como un gusano hasta salir del auto. Vi a la conductora. Era una chica de cabello corto negro y un rostro delgado. Usaba una gruesa gabardina de detective privado de pelicula de los 40. Usaba unos lentes oscuros, con razón me atropelló.

-          Tu…- conseguí susurrar.

La chica levantó las manos, sostenia un celular. De repente varias botelas de cerveza cayeron de su saco. Algunas se rompieron y otras sobrevivieron a la caída. Su celular tenia el Whatsapp abierto y este decía:

“¿Trajiste la mercancía?”

“Si, era más de la que acordamos. Se me acabó la gasolina”.

-          Para estar ebria conduces muy bien.- le dije antes de desmayarme.

Miré a mis hijos con orgullo.

-          Y así fue como conocí a vuestra madre.  

 

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