Alejandra vio a dos hombres metálicos enormes que no les quitaban los ojos de encima, o al menos eso era lo que quería creer. ¿Esos sujetos tenían ojos?
- ¡Malditos cascos!- se quejó el hombre metálico número 2-. No veo ni una mierda con ellos.
Al parecer si tenían ojos.
- Sabes que los necesitamos son nuestra ventaja ante ellos.- respondió el hombre metálico número 1, señalando a Alejandra.
- Descuida, el próximo disparo no va a fallar- volteó para ver a su presa-. ¿A dónde se fue?
Alejandra se metió dentro
de la habitación en el segundo en el que los hombres de armaduras dejaron de
prestarle atención. Se apoyó en la puerta, sus piernas ya no pudieron sostener
sus cincuenta y cinco kilos y cedieron. Alejandra cayó sentada al suelo, con la
espalda apoyada en la puerta.
- ¡Fantástico, volviste!- Sandra aplaudió una vez por el regreso de su heroína-. Ahora mismo prepararé el portal para que podamos irnos.
Alejandra tenía problemas
para formar palabras, y muchos más para juntarlas y crear una oración aceptable
para los oídos de Sandra, o cualquier ser humano pensante.
- Hombres… armados… flechas.
Alejandra tocó su
cabeza. Estaba húmeda. Cuando vio sus dedos se horrorizó al ver que estaban
mucho más rojos que antes.
- ¿Alejandra, te encuentras bien?
Alejandra consiguió
mantener la compostura y así formar un par de oraciones coherentes.
- Hombres armados con flechas. Afuera hay hombres armados con…
Espadas.
Una espada atravesó
la puerta. La espada cortó un poco del cuero cabelludo de Alejandra, la herida
fue más profunda que antes. Un hilillo de sangre se escapó de su cabeza para
pasar por su frente, como si fuera una cascada moribunda.
Alejandra gritó y se
alejó de la puerta arrastrándose.
- Un consejo. Jamás te apoyes en una puerta cuando hay sujetos armados del otro lado. ¿Te imaginas si hubiera si hubiera atravesado su espada unos centímetros más abajo? Me quedaba sin heroína.
- Vete a la…
Un puño destrozando
la puerta interrumpió el insulto de Alejandra. Este hizo un enorme agujero en
la puerta. Ambas chicas pudieron ver una cabeza plateada con una cara de espejo
ocupando el agujero. Esto era como si El Resplandor y Excalibur tuvieran un
hijo con odio.
- Las veo.- dijo con una voz monstruosa y burlona. A diferencia de las chicas el hombre armado iba a disfrutar cada segundo de su visita.
La habitación de
Sandra no tenia ventanas. La única vía de escape era la puerta, ocupada por los
hombres de metal. Estos la destrozaban con suma facilidad. Sandra abrió la
bolsa deportiva y le entregó un arma a Alejandra.
Alejandra la vio como
si fuera un artefacto extraterrestre de otra dimensión.
- ¿Qué diablos quieres que haga con esto?
- Amiga, estamos en guerra.- respondió Sandra. Esta respuesta no dejó satisfecha a Alejandra.
La siguiente
respuesta sí.
- Solo dispara a esos malditos. Te quieren a ti. Saben que eres la elegida, destinada a acabar con el régimen de Mr. Altman y no lo van a permitir.
La puerta se rompió
en dos dejando a los hombres de metal pasó. Uno de ellos sacó el trozo de papel
amarillento, muy parecido al que tenia Sandra. Les mostró el dibujo a las dos chicas.
- ¿Han visto a esta chica?
Alejandra estaba
apunto de responder: No, no y más no.
- Se parece a ti.- dijo Sandra, mirando a Alejandra.
Alejandra quería
subirse al banquito más cercano y estrangular a esa supuesta amiga.
- Es verdad- comentó el hombre de metal número 2-. Se parece a ti- se dirigió a su compañero-. ¿Qué hacemos?
- Matemos a la segunda- señaló a Sandra- y lleve menos a la primera.
Sandra levantó su
arma y apuntó a los sujetos metálicos. Comenzó a disparar. Alejandra gritó y se
cubrió los oídos. Los disparos eran demasiado fuertes. El hombre metálico número
1 se cubrió la cara, era la primera vez que veía un arma de esa naturaleza. Los
disparos cesaron cuando se le acabaron las balas a Sandra. Los hombres metálicos
se tocaron el pecho, la cara, los brazos. Nada. Ningún rasguño.
- Que arma más patética.- dijo el hombre metálico número 2
Ninguno de los dos se
tomaron la molestia de mirar hacia atrás. Las balas los habían rodeado,
formando unas extrañas siluetas, pero ninguna dio en el blanco.
- Que buena puntería.- comentó Alejandra con sarcasmo.
Sandra se quedó callada,
las armas resultaron ser más decepcionantes de lo que pensaba. Cuando las vio
en televisión no importaba hacía que dirección disparabas, siempre le dabas al
objetivo.
- Tengo otra idea. Distráelos.- Sandra tomó su bolsa de cuero y se dirigió hacia una de las paredes de la habitación.
Sandra no pudo dar dos
pasos porque el hombre de metal número 2 la agarró de la solapa de su blusa y
la levantó. Era mucho más alto que ella. Los pies de Sandra no tocaron el
suelo.
- No te había dicho que los distrajeras.- le regañó a Alejandra. Sandra le estaba dando unas buenas patadas al aire.
- Son dos, cerebro de hormiga, ¿Qué esperabas que hiciera?
El otro hombre de
metal golpeó a Alejandra en el pecho, con tanta fuerza que la mando volando
hasta golpearse la espalda contra una de las paredes. Una diana que estaba
encima de ella cayó en su cabeza.
- Tengo que llevarte viva, pero eso no me dijeron que tuvieras que estar intacta.
Alejandra estaba a
punto de llorar.
Dos hombres
encapuchados entraron con potencia, hubieran roto la puerta si los hombres de metal
no se les hubieran adelantado. Eran los mismos “delincuentes” que estaban con Sandra
cuando Alejandra fue a rescatarla. El hombre de metal número 2 volteó a Sandra
para poder verla mejor.
- Veo que eres una…
Uno de los encapuchados
se le lanzó encima haciendo que suelte a Sandra. Ella se puso de pie de un salto
y corrió hacia la pared. Todavía conservaba su bolsa de cuero. Sacó una tiza purpura
y comenzó a dibujar en la pared.
- Zip, Zop, distraigan a esos sujetos por unos minutos. Casi termino.
Zop estaba encima del
hombre de metal número 2. Su mano se convirtió en un martillo y con este le golpeó
en la cabeza. No le hizo mucho daño. Los cuerpos de Zip y Zop estaban hechos de
arcilla, y fue el tío de Sandra quien les dio vida usando unos conjuros mágicos.
El hombre de metal número
2 agarró a Zop de la capucha y lo alejó de su cabeza. Su casco tenia algunas abolladuras.
Con su gruesa mano metálica arrancó su cabeza y la arrojó lejos. Lanzó el cuerpo
hacia la misma dirección. Se dirigió lentamente hacia donde estaba Sandra. No había
nada que pudiera detenerlo.
Salvo una almohada.
Zop hacia conseguido
recuperar su cabeza e intentó arrojar todo lo que estuviera a su alcance para evitar
que el hombre de la armadura llegue a su meta. El hombre de metal número 2
comenzó a reírse, su risa se hizo más profunda dentro del caso. Llamó a Zop para
que viniera a pelear. Matarlo no le tomaría un minuto, minuto y medio quizá. Después
podrá divertirse todo lo que quiera con Sandra.
Mientras tanto Zip
luchaba contra el hombre de metal número 1. Sus manos habían crecido hasta casi
ser tan grandes como su cabeza. Unos picos salieron de sus nudillos. Golpeaba
al hombre de metal número 1 con toda su fuerza. Apenas era una molestia para el
hombre de metal, disfruta de este intento patético de pelea.
Alejandra temía que
se hubiera roto una costilla. Ese era el menor de sus problemas. Si ese sujeto
le ponía las manos encima sus costillas no iban a ser los únicos huesos rotos. Para
su buena suerte Alejandra no tenía ningún hueso roto. Estaba bien.
Alejandra notó que todavía
tenia el arma en la mano.
Apuntó y disparó.
El disparo fue certero.
Alejandra puso su habilidad de la buena puntería en acción. Le dio en el centro
de la espalda al hombre de metal número 1. Si le hubiera disparado a una
persona ordinaria lo hubiera dejado paralitico. La bala apenas atravesó la
armadura y la piel, no dañó ningún órgano interno. El hombre de metal sintió un
ligero dolor de espalda, volteó y vio a Alejandra temblando, con el arma en las
manos (de la cual salía un poco de humor del cañón).
- Tú…
Zip le dio un puñetazo
en la cabeza al hombre de metal número 1. Este contratacó con una buena patada en
el pecho. Lo mando volando hacia donde estaba el televisor. Lo destrozó. El hombre
de metal número 1 caminó hacia donde estaba Alejandra. Sus pasos eran un
poquito más erráticos, no había esa confianza en su caminar como hace unos
minutos. La bala si lo había herido.
“A estos seres podemos matarlos”, pensó Alejandra
aliviada.
Alejandra notó algo
más en la armadura del hombre de metal número 1. Tenía aberturas en los hombros
y las rodillas. Alejandra puso el ojo en esos pequeños agujeros y disparó. Le
dio en la rodilla derecha. El disparo hizo que el hombre de metal número 1
cayera al suelo. Gruñó de dolor. La rodilla izquierda era tan fuerte como para mantener
su peso. Se levantó. Eso no fue impedimento alguno para Alejandra. Disparó en
la otra rodilla y el hombre de Metal se desplomó en el suelo.
La sensación de
seguridad que tenía desapareció de inmediato. Los brazos del hombre de metal
eran tan largos que consiguieron agarrar los hombros a Alejandra, e impedir que
moviera los brazos.
- Comenzaré por tus malditos hombros, perra.
Zip le golpeó en la
cabeza con el televisor atravesándolo por completo, creando el programa número
uno de la televisión nacional: “El despiadado hombre de la armadura”. Alejandra
disparó en la cara del hombre de la armadura número 1 destruyendo el vidrio de
su casco. La joven estudiante gritó al ver al monstruo que tenia al frente. Era
un reptil escamoso, de ojos amarillos y enorme hocico. El lagarto humanoide abrió
la boca revelando una gama de dientes afilados y una lengua retráctil.
Alejandra disparó en
el centro de su boca matándolo de inmediato.
El cadáver del hombre
de la armadura número 1 se desmoronó en el suelo. Alejandra le dio una patada en
la cara para asegurarse que estaba muerto. El hombre de metal número 2 estaba
luchando contra Zop, mejor dicho, le estaba dando la paliza de su vida. Le arrancó
todos los miembros de su cuerpo hasta dejar el tronco. Esta vez los arrojó hacia
distintas direcciones.
Zip intentó ayudarlo,
pero solo consiguió que lo partieran en dos.
Sandra terminó de
dibujar unos extraños símbolos en la pared, los roció con lo que quedaba de un
liquido morada. Abrió un libro forrado en piel y lo leyó en voz alta, en un idioma
desconocido para Alejandra.
El hombre de metal
número 2 vio el cadáver de su amigo y decidió mandar al diablo la misión. Mataría
a la joven del cabello corto y uniforme sucio. Alejandra le dio dos disparos en
los hombros impidiéndole mover los brazos. Esto no lo detuvo, bajó la cabeza con
la intención de darle un cabezazo.
Alejandra consiguió
esquivarlo. El golpe hizo un enorme agujero en la pared. El hombre de metal
número 2 se quedó atorado ahí. Alejandra intentó disparar, pero se quedó sin
balas. El hombre de metal sacó su cabeza raudo y volvió a enfocarse en
Alejandra, que estaba en el suelo.
Levantó su pie para
pisarla. Con su fuerza esos pisotones bastarían para destrozar su cuerpo. Alejandra
giró un par de veces para esquivar los pisotones. Estaba en peligro, sentía que
sus oportunidades de sobrevivir se reducían drásticamente.
Zip y Zop vieron como
podían ayudar. El brazo de Zop era el que estaba más cerca de la bolsa de
armas. Tomó cualquiera y la arrojó a su otro brazo, que estaba más cerca de
Alejandra. Zip tomó unos zapatos y los arrojó al hombre de metal. Estos cayeron
en su cabeza. El hombre de metal volteó para ver el responsable.
El brazo de Zop le
entregó el arma a Alejandra. Ella le disparó en la cara dos veces. La primera
para destruir el vidrio de su casco y la segunda para destrozarle la cara.
La buena noticia era que
el hombre cayó muerte.
La mala noticia era
que cayó encima de Alejandra.
Ella sintió el
poderoso impacto de ese monstruo metálico en su cuerpo. Ella intentó quitarlo
de encima, pero pesaba demasiado. Zip consiguió unir su cuerpo. Ayudó a
Alejandra a salir de esa bestia. Apenas salió una luz morada la encegueció. Frente
a ella había una puerta morada brillante.
- Listo. La puerta esta abierta. Tenemos que irnos.
Sandra agarró a Alejandra
de la muñeca y la llevó hasta la puerta. Alejandra consiguió liberarse. Sandra
no estaba usando toda su fuerza. Alejandra apretó el arma, esperando que Sandra
hiciera algún movimiento brusco.
- Ya te lo dije. No pienso ir contigo a ningún lado.
- Pero…- Sandra se quedó callada unos segundos. Suspiró- esta bien.
Había cierto
resentimiento en sus palabras. Esto ofendió a Alejandra, quería darle una patada,
pero se contuvo. Solo quería que todo esto acabara.
Sandra se metió
dentro del portal. Era como entrar en un mar vertical de gelatina de uva
aguada. Sacó la cabeza haciendo asustar a Alejandra.
- Casi lo olvido. ¡MUCACHOS! La bolsa.
Zip tomó la pesada
bolsa con las armas y la arrojó. La pesada bolsa golpeó a Alejandra en el pecho
haciéndola retroceder. Se resbaló e ingresó al portal. Sandra no sabia que
decir al respecto.
- Gracias, muchachos.
Sandra se sintió
aliviada. Su plan era esperar a que Alejandra bajara la guardia para poder
jalarla. Metió la cabeza dentro del portal.
El portal se cerró y
desapareció.

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